miércoles, 4 de febrero de 2009

"Gracias Shakira!"























Entre todas las virtudes que pueden adornar el espíritu de una persona, ninguno de más lustre como la gratitud.

Cualidad que el Diccionario de la Real Academia Española define como aquel “sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera”.

En las horas de la tarde del día de hoy, y con la presencia del señor Presidente de la República, varios ministros de su gabinete y las autoridades locales, se inaugurará la institución educativa Fundación Pies Descalzos, un hermoso colegio público para más de mil ochocientos niños y niñas de escasos recursos del corregimiento La Playa.

El plantel educativo, digno de todo lo que significa la educación para un ser humano, fue fruto de la iniciativa, el tesón, la gestión y el amor por su terruño que, siempre y en cualquier lugar del mundo, lleva en su corazón esa pequeña gigante que se llama Shakira.

Se le debe, en efecto, a su singular sensibilidad por los niños y niñas a los que las injusticias del sistema social, propio del subdesarrollo, priva del derecho a una buena educación la feliz idea de construir ese colegio que hoy abre sus aulas a la luminosidad del Caribe.

No es esta la primera obra social que Shakira adelanta para los niños de Colombia. Desde 1997, por medio de la Fundación Pies Descalzos, esta barranquillera universal desarrolla varios programas cuyo objetivo es brindarles mejores oportunidades de vida a través de una buena educación básica.

Más que regalarles un pescado, como dice el sabio proverbio chino, la Fundación Pies Descalzos les está enseñando a pescar. Es decir, les está brindando la oportunidad para que puedan desarrollar tempranamente sus talentos y aptitudes innatas, que la pobreza y las injusticias de nuestra sociedad les niega.

Con el Colegio que hoy se inaugura, Shakira ha querido también tener una expresión de gratitud con esta tierra que la vio nacer, donde dio sus primeros pasos y cantó sus primeras canciones. Donde tuvo que abrirse paso a base de una extraordinaria disciplina corporal, espiritual e intelectual.

Nada le ha sido gratuito, en efecto, a Shakira. El reconocimiento mundial que hoy goza —como hasta ahora no lo ha tenido ningún otro artista colombiano— es fruto de un excepcional talento musical y creativo, unido a una acendrada ética del trabajo y una honestidad a prueba de todo.

Haber llegado hasta donde hoy está y haberse mantenido vigente no fue un golpe de suerte del destino. Fue el resultado de haber asumido con entereza, y sin concesiones comerciales a nadie, su vocación artística y sus raíces culturales, antropológicas y étnicas de las cuales nutre su música, su canto y su baile.

Por eso Shakira es auténticamente costeña, orgullosamente colombiana. Así lo demostró en la ceremonia en que recibió un Grammy, al dedicárselo a la gente de Colombia, a la que exaltó por su espíritu alegre y vivo, a pesar de la dura realidad que vive.

Y como si no fuera suficiente con esa declaración de amor patrio, dijo a renglón seguido: “Hay algo que me hace sentir más orgullosa que mis canciones, incluso más que los premios o el aprecio del público: mi pasaporte colombiano”.

El acto que hoy preside Shakira no debe extrañar a nadie: es propio de los espíritus nobles. Es la expresión profunda de su inmensa gratitud con esta, su tierra natal, su Barranquilla del alma, donde todos la queremos sin exigirle contraprestación alguna, diferente a que siga haciéndonos más alegres y orgullosamente colombianos.
















Federico

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