lunes, 25 de octubre de 2010

Fiebre por Shakira


Shakira lo hizo de nuevo. Su locura fue incansable. Mostró su agilidad como una loba en el escenario y demostró por qué sigue dando pasos firmes con los pies descalzos.
Estaba previsto. Después de que la colombiana haya venido desgranando en otros escenarios del país su gira Sale el sol, no quedaba la menor duda que su presentación del sábado por la noche en el Staples Center terminaría por corrobar todas las buenas críticas de su espectáculo, por lo que el público de Los Ángeles acabaría también siendo seducido por sus bailes y variedad de ritmos musicales.
Se agotaron las localidades. Aunque hubo quienes ofertaron boletos de reventa, muchos se quedaron fuera. Adentro, alrededor de 20 mil almas corearon todas sus canciones.
Ese fue el único concierto de la colombiana en LA —hoy se presenta en el Honda Center de Anaheim—.
Shakira abrió su show con una entrada, aunque anunciada, poco esperada por las personas que pagaron los boletos más caros [170 dólares]. Entró por uno de los pasillos, envuelta —de pies a cabeza— en un vestido color rosa fucsia, entonando el tema Pienso en ti. Al llegar al escenario repentinamente se lo quitó, se quedó con un entallado pantalón negro y una diminuta blusa y "encendió" al público con los temas Why Wait y Ahí te dejo Madrid.
Con esas primeras canciones, era evidente que lo que venía no iba a ser más que una explosiva descarga de energía no sólo de la artista sino también del público que, desde su llegada, dio muestras de entusiasmo.
La buena condición física de la de Barranquilla, le dieron la destreza —además de su habilidad nata en el baile— para interpretar todos sus temas y no dejar de mover las caderas.



Shakira no habló demasiado en escenario, pero tampoco le fue necesario para conseguir conectar bien con el público. Sus frases hacia la audiencia fueron casi siempre en inglés, porque los asistentes a su concierto, aunque la mayoría eran latinos, incluía un gran mosaico étnico: anglos, afroamericanos y libaneses, por citar algunos.
Durante las dos horas de concierto, la artista deleitó con un repaso de los mayores éxitos de su carrera. Mostró también la mezcla de estilos musicales como rock, pop electrónico, merengue, salsa y reggaetón.
Con el transcurrir de los minutos, el tono de emoción iba en ascenso. Shakira sabe muy bien que, aunque sus baladas gustan, lo que enardece a sus seguidores son los temas con mayor ritmo.
Por eso con Whenever, Wherever, canción que le abrió las puertas al público angloamericano, levantó a los pocos que permanecían en sus sillas. Subió a cuatro chicas al escenario para ensayar con ellas algunos movimiento de caderas, su reconocido baile árabe.
La colombina —que hizo varios cambios de vestuarios y casi siempre permaneció descalza—, además de cantar y bailar, también hizo acompañamientos con la armónica y la guitarra, como lo hiciera en los inicios de su carrera, en temas como Inevitable de su disco ¿Dónde están los ladrones? (1998).
Uno de los momentos más íntimos, por así decirlo, fue cuando su banda —una excelente decena de músicos— sacó los instrumentos acústicos —dejando a un lado lo electrónico— con los que Shakira interpretó Gitana y bailó flamenco de manera extraordinaria.
El concierto de la colombiana estuvo enmarcada de talento técnico. La escenografía también fue un gran espectáculo con el juego de luces, y cuando la pantalla principal se abrió dejó salir una enorme máscara donde hubo más focos de iluminación.

Con uno de sus músicos, Shakira interpretó La tortura —que grabó con Alejandro Sanz— pero Gordita, un tema de su último disco que interpreta con René Pérez, Residente, de Calle 13, fue la sorpresa de la noche, porque éste estuvo ahí para hacer el dueto.
La gente desbordó en entusiasmo cuando el boricua apareció en el escenario con Shakira y luego se despidió con su conocida frase: "¡A toda mi gente, Latinoamérica unida!".
Antes de interpretar el tema Sale el sol —su nuevo disco—, la colombina habló —su comentario más largo de la noche—, sobre el bajo estado de ánimo en el que estuvo a principios de año.
"Este año me siento diferente, es como si el sol estuviera brillando distinto", dijo. "Es verdad que a todos pasamos momentos difíciles. Noches más largas que otras, pero dentro de todo eso hay un sol que sale...".
Luego vino la euforia nuevamente con Loca, un merengue del dominicano Edgard Bello Pou, mejor conocido como El Cata, titulado originalmente Loca con su tigre. Y con She Wolf (Loba), después de interpretar Ojos así, uno de sus temas con más acordes árabes, la colombiana se despidió del público.
Cinco minutos después regresó al escenario con un hermoso vestido azul intenso. Volvió a quitárselo en el escenario para quedarse en ropa diminuta y cantar Bonita.
Su cierre no pudo estar mejor y con uno de los temas que, por más cantado que estuvo durante el Mundial de Futbol, parece no haber hartado a sus seguidores. El famoso Waka, Waka (This time for Africa) versión en inglés.
La fiebre por el Mundial parecía haber vuelto.
Y la fiebre por Shakira se mantuvo más allá del final del show.

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